
Haría un álbum de fotos con instantes de esta película, omitiendo los decorados (prefiero lo artesanal a la imagen digital en estos casos) y no me cansaría de contemplarlo y tratar de imitarlo. Si, algo de envidia si que siento. Alguien dijo que la fotografía es, en esencia, luz. Burton le da la vuelta a este argumento y consigue que el centro de sus imágenes sea la sombra; que la casi ausencia de color (salvo cuando aparece el barbero Pirelli y pocas escenas más) sea plenamente expresiva y comunicativa; que, en resumidas cuentas, se nos dilaten las pupilas y nos sumerjamos en una macabra trama en la que los tajos se suceden inexorablemente y la sangre, manando a chorro, salpique hasta la última fila de las abarrotadas salas de cine. Hacía mucho que no veía una sala tan llena para disfrutar de un Musical...