23 de febrero de 2011

MADUROS Y RESPONSABLES

No hay derecho: Con esas doce visitas diarias (promedio), no puedo dejar de aportar cositas a éste, mi trocito de internet. Pero el reloj no se está portando bien conmigo, no doy para más, estoy asumiendo más tareas de las que soy capaz de realizar y el blog está saliendo perjudicado. Mejor ésto que la salud... mmm... mal ejemplo; de salud tampoco ando sobrado. Los masajes y tratamientos, las clases, los interminables viajes en coche, las cajas, la camilla al hombro, el escaso deporte que practico, las malas posturas... todo decide juntarse en un par de músculos y terminan por reventar. Te presento a los Serratos, concretamente al mayor (anterior) y al posterosuperior (el posteroinferior se salva por los pelos). Tres días de molestia (gorda) y ya empiezo a sentirme un poco persona de nuevo. Pero ¡hay tanto por hacer y tan poco tiempo! Y tú me dirás: ¡Como si fueras el único! y no lo soy, tienes razón, pero ya se sabe, los problemas de uno son más importantes que los del resto del mundo. ¿Qué me importará a mi que el señor Gadafi esté a punto de salir por la puerta chica, que el mundo islámico se esté revelando contra el conservadurismo religioso y el totalitarismo de sus dirigentes, que la presidenta de la comunidad de vecinos que es éste Madrid esté convalesciente en un hospital, habiéndose pasado por los bajos interminables listas de espera, o que todo el mundo (y El País) celebre que hace treinta años nos libramos de una empitonada tricornal por lo chapuzas que resultaron ser los intentones golpistas... no, a mi lo que me importa es que no puedo tumbarme boca arriba, que camino torcido, que no puedo ni sentarme en el coche y conducir (en moto sí) o que la cama está por hacer (literalmente) a falta de encolar y atornillar. No puedo menos que echar de menos el tiempo en el que, inocente, mi máxima preocupación era que llegara pronto la hora de merendar y que hubiera algo de chocolate. Lo admito, le tengo envidia a mis sobrinos, con sus juguetes, su ingenuidad, su curiosidad por todo... Me encanta cuando les hacemos una foto y corren hacia la cámara diciendo: ¡A vé, a vé! Imagina que pudieras, como en las películas de Tom Hanks, cambiar uno de tus días por uno de tu sobrino; seguramente lo desperdiciaría de la manera más desastrosa posible, llorando, mojando los pantalones, peleándome con otros niños, rompiendo algo, durmiéndome en cualquier sitio, ensuciándome... Envidia cochina les tengo :P En cambio nos toca ejercer de maduros y responsables adultos, asumiendo que cuando tiramos p'al sur me toca agarrar el volante y soportar, estóicamente, quinientos y pico kilómetros cada vez más aburridos. Y pasa lo que pasa: Crees que te conoces la carretera, tienes memorizados todos los radares, y los que no, ya te los recuerdan los amigos de la DGT con preciosos paneles de a trescientos la pieza; pero en una recta en bajada, tras un paso elevado, en el carril de incorporación, por el rabillo del ojo crees ver un Mercedes C220 plateado, agazapado entre la maleza y sospechas, a penas pasas, miras por el retrovisor y ¡Zas! El destello les delata, miras la aguja, calculas el diferencial, te mentalizas de que en unos tres meses te llegará una hermosa carta de amor desde León y te entran unas ganas terribles de arrimarte al vehículo camuflado, asomar la cabeza por la ventanilla y gritarles a los tricornes: ¡¡¡A vé, a vé!!! Pero no lo haces, no por falta de ganas, sino porque estamos en el empeño de ser adultos responsables que asumen sus faltas y blasfeman durante doscientos kilómetros, acordándonos de cada uno de nuestros conocidos que algún día ingresaron en el cuerpo.
¿Cuántas cosas crees que pueden salir mal en un viaje? ¿Una? ¿Dos? ¿Treinta? A nosotros, en el último paseo por el sur se nos sucedieron unos cuantos acontecimientos inesperados, como el fortuíto encuentro con el radar camuflado, el caos circulatorio en Granada, por las obras del tranvía (creo), el GPS más perdido que un cura en el desfile del orgullo gay, por culpa de la meteorología adversa que nos acompañó buena parte del viaje, las multicolores zonas de aparcamiento (multizona-multitarifa) y los parquímetros para ingenieros aeronáuticos, que además de complejos piden más que el ilegal de La Farola en la puerta del Mercadona. Y seguro que la peque se acuerda de alguna otra cosa que habré preferido olvidar, bendita amnesia selectiva, pero el viaje estubo cargado de anécdotas, todas ellas sobrellevadas con madurez y sentido común. Porque es de lo que se trata hoy la charla: Ya somos adultos y tenemos que asumir nuestras responsabilidades. Tengo un blog inactivo porque me meto en más fregaos que una vileda; tenemos el país que tenemos porque lo hemos hecho así (y luego le echamos la culpa al vecino, pero nadie hace ascos a la pela ajena). Tengo la espalda jodía por lo mismo que el amigo de Javier se encontraba resacoso: Acumulación de copas. Tenemos más deudas que un ludopata en Las Vegas porque hemos querido comprar duros a cuatro pesetas y, para más choteo, nos hemos vanagloriado de ello. Somos lo que comemos y, francamente, comemos cada mierda...
¿Estás dispuesto a asumir tu parte de madura responsabilidad o piensas seguir echándole la culpa al tipo ése que dice que manda?

Y me dejo en el tintero las charas sin sentido que atormentan a mi queridísima, las broncas laboro-extra-laborales, la incertidumbre del contrato que no lo es pero ahí está, la lista interminable de cosas importantes que me estoy dejando por hacer, la no menos larga lista de eventos a los que nos gustaría asistir y estamos dejando pasar, el curso de brico-ñapas y el retorno de los pintores de brocha gorda (de andar por casa, oiga!), el final de curso y el comienzo de la búsqueda, los matasanos y algún sanamuertos, los compromisos que apetecen y los que te gustaría que no llegaran jamás...

Menuda charla he soltado hoy. Si después de ésto no dejas de leerme, te merece, por lo menos, unas birras en el Piratas de Alcorcón. Próximamente, concentración motera. Es lo malo (bueno) de vivir en Madrid, siempre hay algo que hacer. Responsablemente :P

3 comentarios:

  1. Yo no voy a madurar, lo siento. Marga me ha dicho que sigo en recesión temporal por que me mandan correos del twiter y eso es de niños, mientras ella se despierta y revisa el facebook antes de levantarse. La culpa es de Zapatero y de Aznar indistintamente, uno por la crisis y el otro por la burbuja. Pero yo seguiré con mis canciones y mis chistes malos, y soñando que con coger el coche y desaparecer de este pais desaparecerán mis poblemas.

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  2. Cuidado, algunos problemas tienen la fea costumbre de aparecer justo cuando te has librado de otros. Por cierto ¿A qué país dices que nos vamos?

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  3. A vé, a vé!!! Sigo felicitandote por tu manera de escribir, me gusta y entretiene, hasta el punto de olvidarme que la historia no es ficción, y que el que la vive es mi hermano, y ahí de vuelta a la realidad, no puedo más que compadecerme, decir que el momento que vives es agridulce, anelas el desenlace y corres a él, esforzandote el triple, y deseando que el día tenga 40 horas.
    No corras, todo llega, ante todo reservate para el final, que es lo que más mola.
    Te mando un besazo enorme y animos, muchos animos a tí y a Elena, y que lo mejor aún no ha llegado!!!

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