Después de (vergonzoso) más de cinco años, al fin termino de leer El ocho, de Katherine Neville. No diré que no me ha gustado, porque mentiría, pero tampoco lo recomendaré, ya que me ha resultado duro de leer. Y, cuando digo duro, no me refiero a la crudeza de la historia, que a menudo lo es, sino a tediosos pasajes que me hicieron perder el ritmo y el interés. Pero, a pesar de todo, tenía ganas de terminarlo y conocer el secreto del Juego de Montglane. Te puedo decir, sin ánimo de desvelarte nada, que se trata de una gran historia.
Ojalá no me tropiece con tal falta de ánimo ante ningún otro ejemplar suculento como este que ahora deposito en la estantería.
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