1 de noviembre de 2012

EL DÍA DE LOS MUERTOS


Hastiado de tradiciones importadas, de niños carentes de principios que aporrean puertas y molestan a los vecinos con el chantaje del trick or treat, no puedo más que reivindicar las costumbres de la tierra o, por lo menos, otras más hispanas como la mexicana (léase con jota, por favor) del Día de los Muertos. Me parece más loable rememorar a los difuntos, honrarlos o llorarlos, festejar la buena muerte y beber tequila o pulque (quien pudiera) en la puerta del cementerio, que pasar la noche disfrazado de bruja, vampiro o pornochacha, y terminar borracho y aplastado en alguna macrofiesta avalada por el ayuntamiento de turno.

Catrina estará presente en nuestro día de los muertos.

Lo más respetable, desde mi humilde punto de vista, son las tradiciones familiares. Unos se juntan para ir al cementerio a depositar flores junto a la sepultura de sus seres añorados; otros consiguen localidades en algún teatro para disfrutar, por enésima vez, del elocuente Don Juan Tenorio y el lamento de los malditos; los hay que se reúnen en casa a comer, a disfrutar de la compañía de los vivos, los que todavía disfrutan del aliento de la vida y que poco se prodigan por casa el resto del año (un año más, lejos del hogar familiar)...

Por nuestra parte proponemos una nueva costumbre:

El desayuno del Dia de los Muertos, que resucita al mas pintao.
Vale, no es un argumento muy castizo eso de los croissants con chocolate, pero no teníamos churros a mano. La intención es lo que cuenta. El desayuno de todos los santos, en compañía de quien más te plazca. Nuestro desayuno tardío, prólogo de un día de horarios contrariados, plagado de buenos recuerdos de buenas personas que ya no están por aquí cerca, pero nada lejos de nuestros corazones. Va por ellos.





2 comentarios:

  1. Me parece que este va a ser el primer y último desayuno de los muertos que podamos hacer tranquilamente, debido a que dejara de ser festivo, cagoen...

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  2. Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra... ha sido, tradicionalmente, país de fiestas y siestas. No me voy a quejar de las fiestas que nos suprimirán. Tenemos lo que nos merecemos. No me voy a preocupar por los postres si no hay primero que llevar a la mesa. No sé si me explico...
    Pero el chocolate con croissants caerá, si no el día de los muertos, el sábado siguiente. Y los tequilas, también! ;)

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