Si aún así te sobra, busca por internet y encontrarás infinidad de páginas de repostería o, si lo prefieres, de elaboración de quesos y requesones.
Sufridas madres, lo que tenéis que soportar...
El escaparate de un retratista confuso, paisajista vocacional y reportero ocasional.
Internet no es google, youtube, hotmail, msn messenger, myspace y second life. No sólo eso. Internet es un mundo de posibilidades, como la vida misma. Lejos de blogs prediseñados y espacios virtuales de moda, existen multitud de sitios artesanales con suficiente chicha como para dedicarles unos minutos de nuestro tiempo, si bien cuando salgamos a la calle y los comentemos con el resto de la sociedad nos mirarán como a bichos raros, como a freakis de a tres el cuarto. Lo que se sale de la corriente no está bien visto. Ser original es privilegio de unos pocos que no temen al rechazo. ¿O no?
Rompo una lanza, desde este blog prediseñado, en favor de los hombres y mujeres que nadan contra corriente, que cada día se esfuerzan en sacar adelante un proyecto ajeno a las multinacionales que controlan el cotarro de la mega red que es hoy en día la world wide web, que desoyen los dictados de las modas. ¿Acaso tú eres capaz?
*Crédulos ignorantes. Gracias, Marleni, por matizar. No quisiera que el resto de los ignorantes se dieran por aludidos.
La otra noche, regresando de una pequeña escapada nocturna, conducía por
Continué con suavidad, sin variar el ritmo, mientras seguía la escena por los retrovisores. Les vi perderse por Hortalezas.
Hace años, siendo yo mucho más joven e inocente, desperté una mañana, creo que de sábado, de esas mañanas que no tienes prisa por salir de la cama, y permanecí entre las sábanas hasta que sucedió el hecho que relato:
Una temprana llamada de teléfono captó mi atención hasta el punto de quedarme con fragmentos completos de lo que en ella se trató. Como en sueños oí a mi padre y a su interlocutor mantener una brevísima charla de trabajo. Tal y como terminaron y mi padre colgó el aparato salí de la cama, recorrí los escasos quince o veinte metros que separaban mi cama del teléfono del salón y me planté delante de mi progenitor...
Amenudo los adultos no están dispuestos a admitir ciertos fenómenos que un niño ve con relativa naturalidad.
Imagen extraída de la Wikipedia. Las próximas que publique serán mías.
Viernes, 12 de octubre de 2007
Un ligero dolor de espalda me acompaña mientras escucho por enésima vez Blue Monday Hangover de la mano de Albert Collins. Me ha acompañado en el reproductor portátil desde que salí, harán ya unas cuatro horas, a dar un paseo por Madrid. No ha sido un paseo largo, más bien todo lo contrario, teniendo en cuenta cómo son mis paseos cuando lo que realmente me apetece es caminar y ver gente, pensar poco y quemar calorías de vida sin pensar en el día que viene. Y me ha resultado ameno. Mucha gente, virtud del agradable sol que ha lucido todo el día sobre la capital, caluroso en su justa medida. Porque la gente ya sale abrigada a la calle sin pensar que aún está por llegar el frío que desean, que estamos en otoño, pero con el astro rey en todo lo alto parece que acaba de llegar la primavera.
Este es el Palacio del Infantado, en Guadalajara. Aunque no se aprecia con claridad, también se trata de una fotografía panorámica. Después de este artículo creo que queda patente lo mucho que me gusta este tipo de fotografías. Es otra de mis pequeñas pasiones, junto con la fotografía estereoscópica y el retrato.
La del encabezamiento es una vista nocturna del barrio donde vivía en Alcantarilla (Murcia), concretamente el barrio de Campoamor, tras la Plaza de Abastos.
Estaba viendo El milagro de Candeal y oí a un abuelo decir que lo importante es vivir alegre y morir alegre, trasmitiendo la alegría a nuestros nietos.
Ha habido un momento que se me han saltado las lágrimas al oir un ritmo y repetirlo mentalmente; se me ha escapado por la boca a la vez que se me humedecían los ojos y me he desmoronado un segundo. Después me han inundado las sensaciones de escalofrío y añoranza de no se bien qué, si mi infancia, si la familia, si la compañía de gente con la que mantengo lazos algo más profundos que los de la amistad. Un trago de Coca-Cola Zero me ha traído de vuelta a la cutre realidad, aunque siguen cantando Carlinhos Brown y compañía en la tv.
No se si saldré, hoy no me apetece ver al resto del mundo. Me apetece sentir, recordar, encharcar mi cara con recuerdos sin pensar que mañana está a la vuelta de la esquina y que pasaré otro mal día. No por que no sea capaz de ser feliz. Quiero tener otro mal día antes de empezar de nuevo. Reivindico mi derecho a estar triste.
Mierda! Otra vez los escalofríos, otra vez las lágrimas. ¿Acaso tú podrías evitarlo?
Bebo, maestro, que tu música nunca muera.
(Sábado, 13 de octubre de 2007)